Entrevista a Omar Labruna

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“La alcaldesa Reginato le ha dado deporte a Viña y ha luchado mucho por Sausalito”

Omar, la alcaldesa Virginia Reginato y la Casa del Deporte le dan la más cordial bienvenida a Viña del Mar. Todo el éxito deportivo, asimismo…

Gracias. Sé que llego a un club grande, con historia, con una gran ciudad por detrás y con una parcialidad de las más importantes de Chile. Estoy feliz en Everton, una institución en la que podemos hacer un gran trabajo, como el que en otras temporadas hizo (Nelson) Acosta, entrenador que ganó una final a Colo Colo.

Es el preámbulo del habla entre la CASA DEL DEPORTE yOmar Labruna, que tuvo como telón el camarín técnico –espacio inusual para estas citas- que el estratego comparte con Carlos Medina, su ayudante de campo, y Jorge Fleitas, el PF que llega a poner pasión y sudor en el complejo de Mantagua, sitio en el que se incuba una nueva aventura ruletera. Y un nuevo ideario en los colores más representativos de la CIUDAD DEL DEPORTE.

Labruna, apellido enraizado en la piel de uno de los grandes del planeta fútbol, River Plate, traslada a Viña y a Everton el embrujo que consagraron mundialmente Walter Gómez, Alfredo Di Stéfano, el Charro José Manuel Moreno –campeón con la UC en 1949-, Amadeo Carrizo, Enrique Sívori, Daniel Passarella, Norberto Alonso y Marcelo Salas. Y, claro, Ángel Amadeo Labruna, Angelito, el padre, el amigo, el entrenador, el ídolo máximo de todo el historial millonario. El primero de esta  pléyade de talentos angelizados.

Primeramente, ¿recuerda dónde estuvo en 1960? ¿Vivió en el sur de Chile?

No vine, tenía tres años, vino mi viejo a jugar a Rangers de Talca con 41 años. Llegó con Vicente Cantatore, de quien se hizo gran amigo. Nació también una linda amistad entre mi madre, Guillermina Carrasquedo, y la esposa de Vicente. Pasaron lindos momentos hasta que ocurrió el famoso terremoto del sesenta. Quedaron muy gratificados porque cuando  lo presentaron, había una multitud esperándolo, una hinchada que sabía de la exitosa carrera de Ángel Amadeo Labruna…

La del mayor estandarte de toda la historia de River y principal goleador del cuadro en el que ocupan un sitio distinguido Marcelo Salas y Manuel Pellegrini…

Claro, 293 goles, el que más anotó en los clásicos, 16 en los River-Boca, el más ganador. Mi padre, de los 33 títulos que tiene River, estuvo en 16: diez como jugador y seis como entrenador… Salas y Pellegrini también dejaron su huella, a Marcelo lo dirigí dos años cuando fui ayudante de Ramón Díaz. Ganamos varios títulos con él.

Hablamos de 1960. De julio de 1976, ¿hay algo en su memoria? ¿Viajó a una final de Copa Libertadores disputada en el estadio Nacional de Chile?

Me hablás de cuando River enfrentó a un Cruzeiro poderoso. Viajé. Tuvimos mala suerte, llegamos a esa final muy diezmados, con lesionados y suspendidos. Fue un desempate que perdimos 3-2 en el último minuto, con un tiro libre polémico. Yo era muy jovencito, tenía 19 años, no fui al banco porque en esa época iban 16 nomás. Y el ’66, River también perdió la final en Santiago, 4-2 con Peñarol en el alargue. Fue la final en la que el arquero Amadeo Carrizo la bajó con el pecho y los uruguayos se volvieron locos.

Admirado por el continente era ese equipo. Un conjunto que un año antes, con su padre dirigiéndolo, conquistó un campeonato tras largo tiempo…

Un equipazo, maravilloso. Ganó el Metropolitano y el Nacional tras 18 años. Imagináte, ¡River acéfalo de títulos durante 18 años! Era un equipo que rompía los estadios, totalmente ofensivo, con Fillol al arco, Passarella, el gran Roberto Perfumo que ya tenía sus años. Cuando el Beto Alonso, JJ López y Mostaza Merlo era muy jóvenes y formaron un tridente del mediocampo durante diez años. Con Sabella, Luque, Pinino Mas…

A ese mismo River, en febrero de 1977, Everton lo desairó con un 6-2 en Sausalito (cuatro de José Luis Ceballos, Jorge Spedaletti y Erasmo Zúñiga a Fillol; dos de Pedro Alexis González a Juan Olivares).

Me han contado, no vine. Parece que vinieron a conocer Viña (sonriendo). Si le hicieron seis a ese equipo, es porque Everton andaba muy bien, era el campeón chileno en ese momento. Conocí a Ceballos, argentino, un gran delantero zurdo, y a Spedaletti lo vi jugar.

¿Por qué se retiró tan joven, Omar? Usted trataba muy bien al balón con su zurda e integró notables mediocampos.

Me retiré en Deportivo Italiano con 26 años. Nací el 3 de abril de 1957. Joven porque me pegó muchísimo el fallecimiento de mi padre en el año 83, no tuve más deseos, sufrí un bajón anímico muy importante. Él era muy joven, tenía 63 años, entonces tomé esa decisión. Y tuve la suerte de tener grandes compañeros, los de los setenta, y después a Tarantini, Ramón Díaz, Kempes, René Houseman, el mismo Beto Alonso, Juan José López…

Su único hermano murió precozmente…

Ángel Daniel, a los 19 años. El año 69 murió de leucemia. Fue un dolor demasiado grande para la familia, naturalmente. Era un muy buen jugador, el gran (Juan Carlos) Toto Lorenzo, histórico entrenador de Boca, lo hizo debutar el ’66. Mi padre también lo dirigió… Ángel Amadeo Labruna tuvo el gusto de dirigir a sus dos hijos.

Quien escribe se emociona en el vestuario del cuerpo técnico de la enseña de la CIUDAD DEL DEPORTE. Lo desgarra un escalofrío que induce un sollozo, un suspiro inapelable que inundan su voz y ojos. Es que perder a un hijo  -y al mayor- antes de la partida propia… Mas cuando el deporte, y el juego rey, los ha hecho transitar indivisiblemente por la vereda de la gloria, de las palmas y de los goles.

Antes de llegar a Audax Italiano, ¿a qué clubes dirigió?

El 2003, después de estar siete años con Ramón Díaz en River, quise lanzar como entrenador y en Belgrano de Córdoba lo hice. Dirigí a Huracán, Olimpo, Deportivo Cali y el 2010 llegué a Audax, donde hicimos buena campaña y promovimos jóvenes. Tengo los mejores recuerdos, me abrió las puertas para venir a Chile. Dame esta posibilidad: agradezco a (Valentín) Cantergiani, a Lorenzo Antillo padre e hijo y a Óscar Meneses, el director deportivo que fue jugador y entrenador y con el que aún tengo una excelente relación. Es un caballero (Meneses fue segundo entrenador de Everton en 2007).

“Nací a cuatro cuadras del estadio Monumental de River, mi padre se construyó una casa ahí en la época de La Máquina (N. del R.: afamada delantera de River llena de gol, que deslumbró en el primer lustro del cuarenta con Muñoz, el Charro Moreno, Pedernera, Labruna y Loustau. Un quinteto demoledor que devoró arcos, incluso el del capitán de Racing ‘43, Sergio Livingstone). Él era derecho, pero muchos pensaban que era zurdo porque le pegaba indistinto (sic) con los dos perfiles. Eso para un delantero era una enorme virtud. Era ‘10’, en su tiempo se jugaba con cinco delanteros…

“Por mi casa pasó el utilero de las infantiles de River, había una placita donde teníamos los arcos y todo, nos miraba y nos llevó a probar. No les dije a mis viejos y en la cuarta prueba me preguntan el apellido. Dije Labruna, se querían morir. Tuve la capacidad de ir solo a los once años porque estaba cerca del estadio. Eso fue el ’68, estuve más de treinta años en River…

Conoció muy bien a un supercrack, Marcelo Salas.

Con el Pelado Díaz lo vimos en la semifinal de la Libertadores ’96, en la que eliminamos a la U cuando el árbitro no cobró un gigantesco penal de Burgos (a Esteban Valencia). Fue el único que no lo vio para suerte nuestra. Ambos teníamos excelentes equipos y, como Ramón fue un gran delantero, le echó el ojo a Marcelo. Tuvo la ocasión de ir a Boca, no sé qué le pasó a Boca. Y en poco tiempo, con goles y profesionalismo, mostró lo gran ídolo que llegó a ser, más allá de que estaban Francescoli, Ortega, Gallardo… Estaba Eduardo Berizzo también. No me olvido que en cada gol de Marcelo bajaba del Monumental el Chileno, chileno.Un excelente jugador, profesional y persona. Llegó muy jovencito y se ganó un gran espacio en la historia de River.

Ganaron varios torneos con el chileno…

Ganamos la Libertadores del ’96, poco después llegó Marcelo y obtuvimos la Supercopa del ’97 con dos fantásticos goles suyos a São Paulo en la final. En total, ganamos siete títulos con Ramón, cinco locales y dos internacionales. Cuando  logramos el Apertura 96 contra Vélez, Marcelo con golazos mostró todo lo que daría a River.

Manuel Pellegrini, otro compatriota que pasó con gloria y sin pena por el cuadro de sus amores…

Y antes por San Lorenzo, al que le dio el primer título internacional de su historia: la Mercosur 2001. Pellegrini es muy respetado, pero no era del riñón de River. En los noventa y en los dos mil pasaron Passarella, Gallego, Ramón Díaz y yo, gente absolutamente identificada con la institución. Pero con su estilo y manera de manejar los grupos, pudo conseguir un título que le dio el pasaporte para ir a Europa.

Alexis Sánchez también fue campeón…

Alexis, con el Cholo Simeone de técnico, también pudo lograr un campeonato a pesar de que sufrió lesiones. Después de estar en Colo Colo, le hizo muy bien el paso por River, donde el fútbol es muy duro y riguroso. Eso le permitió irse a Europa. Es un chico correctísimo y notable profesional.

Presente en Everton

¿Qué lo hizo optar por Everton desechando otras ofertas, una muy tentadora?

Porque es una institución en la que se pueden hacer cosas valiosas, aparte, al directorio lo conocía: a Antonio Bloise y a (Antonio) Martínez tenía el gusto de conocerlos, son gente de fútbol más allá de que son empresarios exitosos. Sus padres fueron presidentes con grandes éxitos, Martínez fue campeón el ’76 y Bloise, ahora, el 2008. Con ellos se puede diagramar un buen trabajo en una ciudad importante. Firmamos por dos años, acá se puede hacer un proyecto a mediano plazo, un equipo que vaya al frente, ofensivo, promover jóvenes… Hubo algo de Huracán, de Ecuador, de Arabia y de dos clubes chilenos que no puedo decir cuáles porque hay entrenadores trabajando. Sí –sonriendo-, hay plata en Arabia, pero tenía que separarme de la familia y en la balanza, más que el bienestar económico, para mí el bienestar familiar es lo más importante.

Consciente entonces de que llega a un instituto prestigioso, respaldado por una ciudad llena de deportes…

Absolutamente. Everton va a tener un estadio nuevo, tiene una hermosa ciudad y una rivalidad muy cercana con Wanderers. Eso siempre tiene expectante a la parcialidad. Ojalá tengamos un predio propio para que en él se unifiquen las categorías menores con el plantel profesional, tener todo en un solo reducto. Everton está en vías de eso, hay un directorio de cuatro integrantes y un presidente (Juan Pablo Salgado) que está pendiente de todo. Me gustan los desafíos y éste es uno muy lindo.

Todos los actores del fútbol aspiran a jugar y a dirigir en Viña, lo que los lleva a vivir acá…

Así he sabido, y lo comprendo. Viña es tranquila e ideal para trabajar. Donde he andado acá me desean lo mejor, es que al haber dirigido a Colo Colo uno se hace más público. El trabajo que hicimos allá se ha valorizado más con el tiempo, ganamos una fase regular y clasificamos a la Copa Sudamericana. Además, derrotamos a la U de Sampaoli y a la Católica en (San Carlos) Apoquindo. No culminamos un proceso, pero me enorgullece que la gente nos reconozca el trabajo. Estamos muy contentos en Viña con Jorge Fleitas.

¿Cuál es su diagnóstico del Everton de los últimos siete meses? Algo debe saber usted producto de una carrera junto a nombres pletóricos de talento.

Vi un equipo inestable, al que le faltaba una continuidad y confianza con un par de partidos ganados. Los cosechó en el campeonato anterior con Víctor Castañeda, que además logró el ascenso. Pero en el fútbol, cuando lo últimos resultados no son buenos, los fusiles somos los entrenadores. A medida que conozca al plantel, me gustaría tirarlo unos veinte metros más en el campo y que los laterales pasen más al ataque. Ése juego quiero desplegar con las virtudes del plantel, la materia prima son ellos y todos pueden dar mucho más. Cuando crezca lo individual, están en un 60 o 65 por ciento, se los dije, el funcionamiento se va a notar en lo colectivo. Con Jorge y Carlos Medina queremos un equipo sólido, con más volumen ofensivo.

Su impresión de Carlos Medina, ex profesor en la Casa del Deporte…

Muy buena, lo conocí acá, me planteó que está a disposición hasta diciembre para que traiga a mi ayudante. Le dije que no, que él ya es mi técnico alterno y que en el día a día nos iremos conociendo. Fue jugador del club, es muy querido, me está aportando y es un muy buen tipo. Supe que fue volante, un picapedrero (ríe). Jorge también está a gusto con Carlos.

Fleitas, campeón con Colo Colo y Católica, es un motivador como pocos, llena los entrenamientos, el camarín… Pone la nota diferente.

(Sonríe) Un gran motivador. Es apasionado, con momentos divertidos, sabe que al jugador hay que hacerlo trabajar y darle momentos de relax, porque los fines de semana vienen todas las presiones para entregar el cien por ciento. Tenía buenas referencias de él, cuando iba a llegar a Colo Colo estaba buscando un (preparador) físico. Recordaban su paso con Hugo Tocalli -fueron campeones-, charlamos, coincidimos y hoy tenemos una muy buena relación personal y profesional. Acá en Viña nuestro desafío es obvio: dar satisfacciones a Everton y a la ciudad.

La Roja mundialista

Vidal, Sánchez, Valdivia, Medel, Aránguiz… ¿qué otros puntos altos posee la Selección?

Isla, un excelente lateral, de ida y vuelta. Marcelo Díaz ha crecido mucho, el entrenador le sabe sacar el jugo de su paso por la U. Chile no es un equipo de individualidades, es un conjunto fuerte que a la hora de recuperar la pelota y de atacar, llega permanentemente con seis jugadores al arco rival. Tiene un estilo bien determinado.

¿Y tiene argumentos para hacer un buen Mundial?

Sí, por qué no. Tiene jugadores que andan muy bien en Europa, que están en ligas importantes como Medel en la de Inglaterra. Estar en ese nivel de alta competencia, te da mucho roce y personalidad para enfrentar a cualquier selección. Si Chile sigue con esta mentalidad, seguramente hará un buen Mundial. Ojalá.

Su opinión de Jorge Sampaoli…

Le ha costado llegar a este momento. Ha estado en Perú, Ecuador, con altos y bajos, y ahora está en un nivel en que sus equipos tienen una clara identidad y un estilo de juego definido. Lo demostró en la U de Chile y ahora en la Selección con equipos agresivos, llevando a sus hombres a jugar a un cien por cien. Eso refleja que hay un trabajo intenso previo a los partidos.

“Ya iré a ver a Cantatore cuando tenga un momentito, creo que para todos los días en un café y que lleva muchísimos años viviendo en Viña. Eligió bien, quería tranquilidad. Fue un gran entrenador, con mucho éxito en España y en Cobreloa, y dice que me tuvo en sus brazos…

“Con mi mujer (María Alejandra Pesavento), juntamos seis hijos. Ella aporta dos de su primer matrimonio y yo dos del anterior mío. Los más chiquitos son Marco Ángel, que juega en la Sub 12 de Católica, es un ‘8’ con gol, y Vittorio, de nueve años. Y tengo un nieto, Lucas, de un año. Mi familia no se quiere mover de Chile…

Omar, inevitable no tocar el incidente extradeportivo que protagonizó estando en Colo Colo, en el que involucró a su esposa. Si no hubiera sido DT de los albos, nadie recordaría el episodio, por lo demás, no iba ebrio ni mató a nadie.

Fue un gran error, errores compartidos, y di las charlas (a niños de Lo Barnechea). Eso quedó en la justicia sumamente aclarado y para mí ya es tiempo pasado. Fue un error grande e involuntario que asumí y reconocí. Toda la razón, si eso pasa siendo entrenador de un club más chico, ¿creés que haya tenido tanta repercusión? En Colo Colo la exposición pública es mayor. Nunca tuve problemas, me quedé en Chile porque siempre he sido bien tratado. No iba ebrio y nadie está libre.

Afirmó que «la hinchada de Colo Colo está arrepentida de mi salida». Y a los pocos días se fue Gustavo Benítez. ¿Qué agrega?

Eso, y que la gente en el día a día nos da cariño en Santiago y en Viña, acá también hay parcialidad de Colo Colo. Me pone muy bien porque valoran mi trabajo. Mi paso por Audax y Colo Colo fue fructífero, ojalá acá en Viña sea mucho más. La afición sabe reconocer un buen trabajo, tanto de técnicos y de dirigentes, y acá hay gente de fútbol que desde chiquitos están en el club. Son hinchas y no aparecieron recién.

“Viña es una zona muy deportiva, en estos días lo confirmé, incluso viendo mucha gente haciendo deportes más acá de Reñaca. Y en el verano se llena de argentinos (ríe). Por supuesto que ubico el Festival de la Canción, es reconocido internacionalmente. Ojalá la alcaldesa Virginia Reginato nos dé la posibilidad a mi señora y a mí de ver a Luis Miguel, un cantante que nos encanta. Ya estuvo, espero lo repita…

¿Sabe que la Municipalidad y la Casa del Deporte le otorgan un especial apoyo a su nueva escuadra?

Me han comentado de que tiene un muy buen apoyo, sé que Sausalito es un estadio municipal que está en vías de ser muy lindo por el lugar donde se encuentra. Pero se han demorado con las obras, no creo que estén para febrero. Ojalá las terminen pronto porque la localía siempre es importante, con la parcialidad estando en su casa es mucho mejor. Ahora veo en la camiseta que me envió la alcaldesa como regalo que dice VIÑA CIUDAD DEL DEPORTE. Entonces, tenemos el compromiso de representar de la mejor manera a la ciudad en todas las canchas del país.

¿Qué le expresa a la Alcaldesa del Deporte  y a la hinchada oro y cielo?

Espero estar con ella en la alcaldía, conversar, tomarnos un café. Estoy al tanto de que la señora Reginato le ha dado deporte a la ciudad y de que ha luchado mucho por Sausalito. El fútbol y el deporte son importantes, porque son pasión, ocupan un gran espacio acá en Viña, una ciudad que veo muy ordenada. Cuando el equipo está bien, la ciudad florece, la gente se pone contenta y sigue al club. A la hinchada le pido paciencia, es difícil, pero tenemos que adquirir una identidad en lo que queda de campeonato. El próximo año partiremos con las metas que me puse con el directorio, incorporar cuatro jugadores en los puestos que más necesitamos para armar un equipo competitivo. Espero que la parcialidad, a pesar de que juguemos en Quillota, nos acompañe. El éxito mío será de todo el deporte de Viña.

Omar Raúl Labruna, el coach que prepara a los arqueros con una zurda estilizada que afinó viendo a su Angelito y a Alonso, Passarella, Sabella, Kempes. Con la que sacude el larguero las veces que quiere. El ex “8” que se da tregua para tocar el balón con Miguel Pérez, Koala, el utilero cantor que sorprende adormeciéndolo con su pecho. A lo Gamadiel García, por ejemplo, eje de un virtuosismo alejado de las luces (sonó fuerte en los pasillos de La Florida el nombre de Gamagol como refuerzo). Con evidente interés y pasión, Labruna se empapó durante 45 minutos con la legendaria vida de Everton y de Viña en su vestuario mantagüino, en el que irrumpen Carlos Medina y Gustavo Dalsasso. El primero, con un fuerte apretón de mano, símbolo de su integridad. El capitán formado en Boca al lado de Maradona, Caniggia, Riquelme, Bilardo, Mané Ponce, Tano Novello, el Mono Navarro Montoya –su ídolo-, despachando una cortesía: “Felicito a la señora Virginia Reginato por su ciudad, la más hermosa de chile. Siempre la ha tenido espectacular. Y al señor Javier Aravena, por su profesionalismo y capacidad de gestión al mando de la Casa del Deporte. Desde ella, ha hecho cosas más que importantes por el deporte de Viña. En los cerros y en muchos lugares.” ¿Y Fleitas, tipo distinto? -“Jorge, ¿dónde estás que no te veo?”- Parafraseo una anécdota de Amadeo Carrizo, portero de River, al recordar la final de la Libertadores ’66 animada en Ñuñoa. En lo suyo. Trotando solo y hablando –gritando, mejor- con su manos libres en una cancha desierta que da espacio al ocaso de la jornada. A su manera… Es el nuevo ciclo. Antecedido por cuatro escudos, tres enarbolados en Ñuñoa y uno solo en el Sausalito de la CIUDAD DEL DEPORTE, tras un glorioso 3-0 a Colo Colo. El único. Y con gente de fútbol, Omar…

Por Mario Ramírez Escudero / FOTOS: Mauricio Saravia Belles

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