Edgardo Marín: Chile 62 y esta Copa América están en el mismo lugar

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El periodista recreó la Historia de la Roja, del deporte viñamarino y de su lucida trayectoria, y nos dio el equipo nacional de todos los tiempos que convoca al debate.

“Claudio Bravo. Atrás, Luis Eyzaguirre, Gary Medel, Elías Figueroa y, con serias dudas, Eugenio Mena. En mitad de terreno, Charles Aránguiz, Jorge Toro y Arturo Vidal, y de enganche, Jorge Valdivia. Y arriba, Alexis Sánchez y Marcelo Salas. Esa es mi oncena ideal de todas las épocas”, revela el periodista e historiador Edgardo Marín (72 años), ganador en 1993 del Premio Nacional de Periodismo Deportivo y, en 2013, del Premio Maestro del Periodismo Deportivo, a 25 días del mayor logro del fútbol chileno.

La señera pluma y figura de Marín, testigos de la Historia de nuestro deporte en tribunas inolvidables como revista Estadio y Deporte Total de Minería -y hoy columnista de El Mercurio y comentarista de Al Aire Libre en Cooperativa-, expresa: “Mi libro ‘La Roja de Todos’, escrito el 85, ha sido el más valioso y familiar para mí porque desde ese año la Selección fue llamada así”. Asimismo, con su natural finura y pulcro sentido del humor, descubre: “Debuté en octubre del 62 en El Diario Ilustrado, pero mi primer artículo fue extrañamente una columna publicada en Estadio el mismo día del inicio del Mundial, el 30 de mayo”.

¿Por qué tiene dudas en el puesto de lateral izquierdo, donde situó a Eugenio Mena?

Porque está al mismo nivel de Antonio Arias, quien a pesar de no lucir importantes cometidos internacionales fue superior al “Checho” (Sergio) Navarro, capitán de la Selección del 62.

¿Y Francisco Valdés, Enrique Hormazábal, Leonel Sánchez, Carlos Caszely, Iván Zamorano…?

Por primera vez en mi vida, después de esta Copa América, dejé afuera a “Chamaco” Valdés y a Leonel, siempre presentes en mis equipos ideales. Para confeccionarlos, se busca a las mejores figuras que conformen un cuadro con correcto funcionamiento. Últimamente he visto selecciones de todos los tiempos con tres centrales en una línea de cuatro, Medel, Figueroa y el “Chita” (Humberto) Cruz. O sea, así no funcionarán. El hincha se deja llevar sólo por los nombres, pero el Chita no tiene el nivel de Medel y Figueroa.

A Marcelo Salas lo ha nominado como el mejor de la Historia por sobre Elías Figueroa, designación sorprendente para muchos.

Cuando se hacen estas elecciones hay factores de gusto personal y recuerdos emotivos también, entonces qué pasa: a Elías lo vimos jugar en Chile y poco afuera porque acá jamás ha interesado el campeonato brasileño. Alguna televisora lo trajo en algún momento permaneciendo muy poco en pantalla porque, curiosamente, a nadie le interesó. En cambio, atrae más el torneo argentino. Y los golazos de Salas, junto con su riqueza técnica, me llenaron, particularmente los de Wembley el 98. Quedé enamorado de sus conquistas y de su juego exhibido en clubes importantes y en la Selección. ¿Qué quieres que te diga? Todavía me emocionan.

¿Pero por qué Figueroa es considerado por la mayoría el número uno?

En abono de Elías existe tanto argumento, como uno muy usado que no considero mayormente: sus tres años consecutivos como mejor de América. Pero eso fue producto de encuestas y éstas no son hechos sino exposición de opiniones de gente que, tal vez, no veía el campeonato brasileño. Aunque te confieso que un colega, el relator Ricardo Chávez, fue testigo de un sondeo que lo ubicó como el mejor de la Historia de Brasil en su puesto. Eso, al saberlo hace un mes, me introdujo a analizar nuevamente el tema. Es difícil, ¿ah?, pero me quedo con Salas y sus goles.

¿A quién ubica en la tercera posición para elaborar un podio?

Al “Mago” Valdivia. ¿Por qué? Simplemente porque es más que Chamaco Valdés y “Cuá Cuá” Hormazábal, y si es superior a los dos, qué más se le puede pedir.

¿Los jugadores se evalúan necesariamente por sus logros en desmedro de su talento?

Mandan los resultados porque no hay otra manera de medirlos. Entonces, volvemos al caso de Mena, Arias y Navarro. Un ejemplo: en los años sesenta el mejor centrodelantero que vi fue Julio Gallardo, pero no hizo una carrera suficiente. Luego de brillar en el Sudamericano del 67, Universidad Católica no lo vendió a River Plate en 43 mil dólares, una gran suma en ese momento. Se lesionó y chao.

“Riera ha sido el mejor técnico”

Experto en la labor de prestigiosos entrenadores de la Roja -Luis Tirado, Luis “Zorro” Álamos, Fernando Riera, Marcelo Bielsa, Jorge Sampaoli-, Edgardo Marín decreta. “Pongo en un mismo lugar a Riera y a Bielsa porque ambos hicieron revoluciones en circunstancias muy similares. Riera, quien tomó la Roja tras el desastre del Sudamericano del 57 en Lima cuando fueron castigados todos los jugadores, armó a punta de rigor y disciplina una selección notable”.

Bielsa también asumió en un escenario complicado. 

Exactamente, cuando nadie quería ser seleccionado luego de la época de los faroles rojos y de los “azos” y “azos” de todo tipo. Sin embargo, también la transformó en un equipo ganador y disciplinado. Pero si pensamos en un momento histórico en el que nuestro futbolista no tenía la formación táctica aplicada por Bielsa e hilando bien delgado, elijo a Riera como mejor técnico de todos los tiempos.

¿El tercer puesto del 62, donde hubo potencias mundiales, es inferior a la reciente conquista de la Copa América?

Lo he pensado harto, no es fácil. Mi tendencia espontánea y natural es inclinarme por el Mundial porque es un Mundial, donde siempre habrá potencias. Junto con eso está el hecho de que si el partido Chile-Italia no se hubiese jugado acá, no habría terminado como concluyó porque Leonel Sánchez mereció la expulsión por los dos golpes que asestó. En consecuencia, lo mejor es dejar en el mismo lugar ambos logros y no saliéndose por el medio sino porque, realmente, hay cosas en favor y en contra en los dos casos.

Vandalismo

Presente en auténticas fiestas futboleras entre las décadas de los cincuenta y ochenta, cuando la asistencia a los estadios bordeaba las ochenta mil personas, el periodista tampoco deja al margen sus conceptos sobre los alarmantes desmanes acaecidos en nuestros recintos después de la Copa América. “Se debe aplicar la ley y usar los recursos que están nomás. Hace una semana, la Universidad de Chile reunió a periodistas para mostrarles lo que gasta en mantención, en seguridad, en reponer destrozos, en pagar querellas por destrucciones en otros estadios… Al mismo tiempo mostró muchísimas imágenes donde se ven con toda claridad a los vándalos destruyendo los recintos. Además se preguntó por qué no están presos.

“No existe eficiencia de la policía porque, en algunos casos, los tipos desordenados son soplones de ella en las poblaciones. Y en otros, porque son derechamente delincuentes que le sirven no sé para qué. Muchos sostienen que gran parte de los problemas de la Reforma Procesal Penal está en la defectuosa labor de las policías, que entregan a la fiscalía informes incompletos y precarios. Entonces, los serios inconvenientes van por ese lado”.

Historia del deporte viñamarino y una respetable trayectoria

En uno de sus libros, “Historia del Deporte Chileno” de 2007, recuenta parte de sucesos de Viña del Mar.

Es que iba mucho a Viña por los Seis Días Ciclísticos de los años sesenta, cuando en más de una ocasión me alojé en el Coraceros. La primera vez que fui a esa competencia pedalera me gasté los viáticos en el Casino, pero felizmente me arrancharon en el regimiento (sonríe). Existen tantos eventos memorables en Viña del Mar, ciudad siempre con abundante movimiento deportivo, como el espectacular salto de Huaso con Alberto Larraguibel y su gorra volando para establecer un récord mundial vigente. Esos 2.47 metros del año 49 constituyen una de las mayores hazañas del deporte nacional.

¿Qué subraya de Everton, club que marcó una época en los inicios de los cincuenta?

Tiene notorios personajes en su dirigencia, como don Óscar Marín Socías, un señor del fútbol. Además a René Orlando Meléndez Brito, un goleador inolvidable que no vi jugar pero sé quién fue. Lo vi en tantas fotografías de sepia de la revista Estadio. También están los equipos campeones del 50 y 52, prácticamente imbatibles en Sausalito, y los de esas definiciones impresionantes con la Unión Española en 1950 y en 1976. A Everton, muy presente para todos, lo ponemos sin dudas en un lugar preferente de los anales de nuestro fútbol. Y tiene posiblemente la mejor Historia de club jamás escrita en un libro enorme que tengo desde hace cinco años.

¿Cuáles son las experiencias más significativas de su amplia carrera?

En El Mercurio escribí dos columnas dedicadas a Al Aire Libre en Cooperativa, que rompió completamente con el molde de las transmisiones deportivas locales. Antes, los programas de estudio eran muy tediosos y nadie discutía con nadie. O sea, una fomedad. Y apareció este con secciones como Lo Peor de lo Nuestro y con otras atractivas que generaron debate en el auditor. En todo caso, las redacté cuando estuve sin trabajar en radio para no parecer que me estaba coleteando (sonriendo). Entonces, estar acá en Cooperativa, considerando ese antecedente, es lo más importante vivido en una radio número uno en sintonía durante largos años.

¿Junto a revista Estadio, en donde fue discípulo de un maestro paternal?

Sí, por supuesto. En periodismo escrito, Estadio. Tuve cargos directivos además en un medio donde se escribía muy bien. Analizábamos y discutíamos todo de modo rigurosamente meditado, junto con justificar las notas, las portadas y cada foto. Y claro, fui dirigido por Antonino Vera, “AVER”, a quien llamo mi padre porque me enseñó todo lo que sabía y yo aprendí todo lo que pude.

Desde 2013 un museo lleva el nombre de Edgardo Marín Méndez. ¿Qué le parece?

Me impresionó muchísimo cuando un colega me escribió desde su restaurante de Coyhaique que tiene un museo llamado Edgardo Marín. Lo creó para reconocer mi aporte, según él, a la memoria deportiva chilena con el libro “Centenario: Historia Total del Fútbol Chileno (1895-1995)”. Es muy emocionante porque se trata de un chiquillo joven, entonces quiero conocerlo algún día y por ahí ser invitado a comer (sonriendo).

Por Mario Ramírez Escudero