Fernando González: “No cambiaría las medallas por un Grand Slam, hubo muchos esfuerzos para ganarlas”

El triple medallista olímpico repasa con ciudaddeldeporte.com una trayectoria única y, con voz influyente, define al deporte que lo convirtió en ídolo.

El héroe nacional da una cálida bienvenida a la CIUDAD DEL DEPORTE en los pulcros jardines del Club Médico de Avenida La Dehesa. Fiel a su don y carisma. Junto con sus hermanas Patricia y Jessica, igualmente gentiles -y venustas anfitrionas-, nos acoge en Lo Barnechea, comuna donde se emplaza su academia de tenis. La escuela deFERNANDO GONZÁLEZ, exclusivo deportista chileno que ha conquistado tres medallas olímpicas en dos juegos y el ATP de Viña del Mar.

La CASA DEL DEPORTE está con una de las mejores derechas de la historia, “Mano de Piedra”. Con la raqueta que a sus diez años ya impresionaba a leyendas, y que a los 17 ganaba Roland Garros junior en singles y en dobles. Con un diestro que a su potencia agregó un talento que ovacionó el mundo, y que -fuera del circuito- luce una corrección y clase íntegras. Las que espera un niño de un legítimo ídolo.

Un auténtico esplendor es para estas páginas la presencia de un “Feña” que narra que “cuando empecé a jugar, vivía frente a una cancha: a la del Club de Tenis La Reina, en la calle Loreley. Vivíamos en San Miguel y a mis diez años nos fuimos a La Reina. Claudio González, que no es familiar, fue mi primer técnico, él me enseñó a jugar”. Y que “yo fui tenista porque mi papá jugaba, no fui a jugar porque hubiera un parque o porque estuviera en el colegio. No. Fue porque lo seguí a él. El inicio fue restringido, no fácil. Ahora hay más acceso para practicar deportes, pero los colegios están siendo un obstáculo para que los niños desarrollen sus aptitudes…

“Veinte para las cinco de la mañana nací (29 de julio de 1980), la enseñanza básica la hice en La Salle y la media en el Terra Nova. Ambos colegios de La Reina”, aclara “Feña” al aire libre, a las 16.5 de una tarde nublada que se ilumina cuando se entrega a la conversación. Como muy pocas veces, quizá. A un diálogo que versa educación, valores y, entre otros tópicos, un breve análisis al presente de su deporte. No sólo Atenas, Beijing y Australia 2007 están en la batería de conceptos del “Bombardero de La Reina”, asoman asimismo su fundación, su escuela y un ministerio…

¿Cómo es eso de que un gran tenista de los setenta, número uno del mundo, te vio y dijo que podías llegar lejos?

Stan Smith lo dijo en Estados Unidos cuando tenía nueve años. Le gustó mucho que yo jugara con revés a una mano, le llamó la atención porque esa característica pertenecía a su época. Después, en los ochenta, las cosas cambiaron y se empezó a jugar a dos manos.

¿Qué figuras te impresionaban cuando niño?

Boris Becker, Andre Agassi, Stefan Edberg… Ellos eran mis ídolos.

Tienes una fundación en Puente Alto destinada a niños de escasos recursos…

Claro que sí… Queremos masificar el tenis en lugares donde no haya tanto acceso, mostrarles a los niños el deporte que fue gran parte de mi vida. Mientras más gente lo practique y más deporte hagamos, será todo mejor. Los valores que se inculcan, independiente del nivel técnico, son súper importantes. Duran para siempre. Vamos a colegios y captamos a niños de ciertas edades, de entre seis y diez años principalmente. Nos gustaría que fueran de todos los niveles, pero hay que partir por algo.

¿Busca fines recreativos, de proyección…? ¿Cuáles son los objetivos primarios de la fundación?

¿Proyección? Proyección de vida y deportivo social diría yo. Repito, mientras más personas jueguen y hagan deportes, será mejor para la sociedad. Más allá de encontrar grandes campeones. Esos son accidentes que ocurren, lindos accidentes por cierto, pero lo más importante es que los niños se contagien con valores. Ojalá que la proyección ocurra, es algo que no se busca, se da. A ese nivel tienen que jugar por placer, no para ser figuras de elite. Eso no quita de que tengan sueños. Hay que encantarlos con una labor lúdica para que lo pasen bien…

Acá en el club tenemos alrededor de cuarenta alumnos y en la fundación, 300. Vienen niños de diferentes edades a pasar de una forma sana su tiempo después de estudiar. Eso es lo verdaderamente importante. El deporte es netamente formativo, hay algunos que sí se proyectan para ser tenistas profesionales y otros que vienen a divertirse de una manera responsable. Les digo que deben trabajar duro, seriamente y recrearse al mismo tiempo.

Según tu experiencia, ¿cómo debe ser la gestación para el alto rendimiento?

Primero tenemos que enseñar otros temas. Las facilidades y talento de cada chico son distintas. No sólo es competencia, el trabajo y la perseverancia son fundamentales, es un todo que va involucrado en un mismo fin. Los problemas se tienen que resolver en un plazo breve, idealmente, y las emociones superarlas en tiempo limitado. Así, salimos adelante con menor dificultad. No es fácil, todo eso se educa.

¿Un joven de escasos recursos puede convertirse en un Fernando González?

Claro que sí, por qué no, aunque no es tan fácil porque el tenis es caro. Está el tema de los viajes por ejemplo, pero si las cosas marchan bien y si se crea una competencia local más fuerte, puede haber un niño que se proyecte. El apoyo es vital, ojalá el financiamiento llegue a la gente adecuada. Si así fuese, no sería una fantasía.

El Ministerio del Deporte, del que fuiste un rostro simbólico en su promoción, ¿qué significó para la actividad en general? ¿Vino a llenar algún vacío?

El deporte cumple un rol demasiado importante, obviamente que en poco tiempo no habrá cambios notorios. No es solamente de alto rendimiento como la gente cree, es también masivo. En él existen distintas áreas que se deben trabajar y progresar para que se transformen en una forma de vida en el país. Necesitamos referentes para que motiven a nuestros niños, para entretenerlos y darles una vida más fácil y grata. El ministerio cumple un trabajo más político que nada, existen muchos, y que haya uno de deporte me parece un tremendo paso en nuestro país.

Tú eres autoridad para juzgar el presente del tenis y su mentado recambio. ¿Se puede revertir el hoy del deporte más ganador de Chile? Eres técnico de Christian Garín…

Con Christian arreglamos un par de semanas este año y veremos qué pasa porque tengo otro compromiso, con Santiago Giraldo, colombiano de 26 años que está dentro de los 35 primeros del ranking. Hemos entrenado en algunos momentos con Garín, tengo que resolver si puedo compatibilizar todo. Y tenemos jóvenes que pueden cambiar la realidad, están (Nicolás) Jarry, (Gonzalo) Lama, (Bastián) Malla, (Matías) Sborowitz, (Benjamín) Ugarte… Están trabajando y jugando bien.

¿Te seduce la idea de llegar a ser un entrenador importante dentro del nivel que te tuvo como protagonista?

Sí, es algo que me apasiona, aprendí y lo sigo haciendo como para dirigir en ese nivel de exigencias… Tengo que verlo bien, están la escuela, la fundación y una limitante que son los viajes. Estoy cansado de trasladarme tanto, pero sí está dentro de mis preferencias.

Atenas, la cima del deporte nacional

Viajemos a 2004, Fernando. Repasa la feliz odisea, partiendo por el dobles con el difícil duelo frente a los gemelos Bob y Mike Bryan…

Los Bryan eran la mejor pareja del mundo en ese momento, y lo han sido por largo tiempo. Fue un triunfo que nos hizo sentirnos capacitados para avanzar. Superamos una barrera importante, pero, por cómo se dio la historia, la final fue el partido más duro.

Después, en singles, despachaste a Andy Roddick, número dos del mundo. Una valla mayúscula…

Todas fueron difíciles, el partido con Roddick en octavos de final fue clave, él era dos nada menos. Nos habíamos enfrentado varias veces sin sacarnos mucha ventaja, nos habíamos ganado, había equilibrio. Era trascendental pasar ese escollo, una oportunidad que me acercaba.

¿En qué momento soñaste con el podio, con una gloria que escapaba a una quimera?

No sé, difícil… Hasta cuando estás. Van pasando tantas cosas, emocionales y físicas, que hay que vivir el momento. Cuesta explicarlo… ¡Hasta que uno está está…! Yo fui con una ilusión súper grande, era un sueño lo que iba viviendo día tras día.

Todo el país sufrió con tu lesión y derrota en semifinales con Mardy Fish, luego de vencerlo en el primer set.

El tobillo… Fue una gran pena, un susto grande, me resentí harto. Es parte de la competencia y gracias a Dios pude seguir adelante para el día siguiente. Pasé del día más triste de mi vida al más feliz de mi carrera.

¿En qué condición física enfrentaste la heroica jornada final, en la que luchaste por el bronce individual y por el oro en dobles?

Lesionado jugué los dos partidos, y felizmente alcancé la victoria en ambos. Después de ganar el tercer set 16-14 a (Taylor) Dent, tuve apenas una hora y media de descanso antes de entrar a  disputar la final del dobles.

Recuerda el PRIMER ORO de la historia -inmortalizado junto a Nicolás Massú-, esos eternos cinco episodios ante los alemanes y el memorable tie break del cuarto set… 

Estábamos 6-2 abajo en el tie break, con cuatro puntos de partido en contra. Pensé que estábamos listos, pero había que luchar hasta el último punto porque era la única oportunidad de nuestras vidas. Teníamos que irnos tranquilos. Fue el día más emocionante de mi carrera, no dimensionábamos lo que pasaba en Chile respecto al primer oro. Era algo grande, no sólo teníamos el sueño nosotros, también muchísima gente acá. Recién razonamos y vimos lo que realmente significó cuando volvimos.

Beijing, tercera medalla y leyenda   

Luego de la final con Rafael Nadal, alcanzaste lo que nadie: ascender por tercera vez a un podio. Eliminaste a James Blake en semifinales y aseguraste la presea de plata.

Fue con la misma ilusión de Atenas. Aunque llevaba varios años muy buenos, no llegué en la mejor forma, estaba resentido de un hombro. No era un buen momento precisamente a pesar de que tenía un buen ranking. Poco a poco empecé a jugar y terminé haciéndolo bien. Recuerdo que Roger (por Federer) perdió con Blake y que las condiciones me eran favorables porque las canchas eran lentas. La semifinal fue un gran partido, perdí el primer set, y en la final el segundo en tie break. Estuve set point contra Nadal en ese desempate.

El triple medallista doblegó en su carrera a Federer, Pete Sampras, Nadal, Agassi, Novak Djokovic… Además, fue bicampeón mundial por equipos en Düsseldorf, en 2003 y 2004. Y para llegar a la final del Abierto Australiano 2007, dejó en el camino a Juan Martín del Potro, Lleyton Hewitt, Blake, Nadal y a Tommy Haas. O sea, una ruta perfecta.

Has dicho que “EL” PARTDO DE TU VIDA fue el que ganaste al alemán Haas en Melbourne, en semifinal. ¿Por qué?

Son de esos partidos en los que uno siente que no pesa, en lo que todo lo que piensas te resulta. Momentos en que todo fluye, en los que la mente está en nada y en todo a la vez. Ningún pensamiento malo se te cruza. No me cansaba, había inspiración… Tuve tres errores no forzados y muchos winners, algo que no es fácil (6-1, 6-3, 6-1. Paliza al número doce del planeta).

En el match decisivo te encontraste con Federer, ¿con un imbatible Federer?

No, no, pero era el mejor Roger Federer, estaba en su momento más alto. Era el mejor Federer de todos los tiempos. En esa época nos enfrentamos en varias semifinales y finales. Roger perdía muy poco, pero no era imbatible. Me ganó en tres sets muy parejos… Bueno, lo que pasó, pasó. Por algo fue.

El logro, su entrenador, la federación, su familia y la Ciudad del Deporte

Fuiste cinco del ranking e hiciste una carrera regular, extensa, profesional. ¿Cuáles son los mayores logros de un derrotero sobresaliente?

En cuanto a logros, Atenas, y a calidad de tenis, Australia. Revisamos la campaña y no sólo me hablaste de la semifinal con Haas, también me hiciste recordar partidos casi perfectos con del Potro, Blake, Nadal… De jugar, Australia. Sin ninguna duda.

¿Quién fue tu mejor entrenador?

Larry Stefanki. Quizá entrenar con un libro bajo el brazo es fácil, decir hay que hacer esto y lo otro no es difícil. Pero tener la inteligencia emocional de cuándo más, cuándo menos y de por qué esto… Escuchar harto al jugador y adaptarse a él es muy importante. Hay técnicos que hablan mucho y que trabajan de tal manera, no se salen de ella. En los niveles que estuve es indispensable tener un entrenador que se adecue al jugador, éste no es el mismo todos los días, también tiene inconvenientes que desconcentran.

¿Cambiarias las medallas por un Grand Slam?

Es difícil… No, no cambiaría las medallas por un Grand Slam, hubo muchos esfuerzos para ganarlas. Claro que quería ser campeón de uno, es la ambición de todo tenista que está ubicado en un alto ranking. Llegué a una final y a una semifinal, en Roland Garros el 2009, pero estoy tranquilo con todo lo que dejé.

Chile, al tenor de un historial construido por Anita Lizana, Luis Ayala, Marcelo Ríos, Nicolás Massú y por hitos como la Copa Davis ’76 y Düsseldorf, ¿es potencia?

Así como potencia… No sé si darle esa categoría. No somos más de diez en mucho más de cincuenta años los que hemos logrado títulos. Ha habido grandes tenistas, ojalá podamos ayudar para que seamos potencia en algún momento. Nuestros triunfos han sido importantes, pero muy esporádicos. Dices que el tenis es el deporte nacional más exitoso, sí, tal vez, pero estamos lejos. Estados Unidos, España, Australia, Suecia sí fueron y son potencia.

Tus victorias no son fruto de una política o de un apoyo estatal, obedecen a un sustento estrictamente familiar. Sé lo que dirás, pero justo es aclararlo.

(Risas) No, se deben netamente al apoyo de mis padres y también al de mis hermanas. Claramente. Mi mamá -Patricia Ciuffardi- hizo grandes esfuerzos cuando viajamos a Estados Unidos yo siendo muy niño. Desde la partida fue algo absolutamente familiar: me ayudaron, motivaron, hubo un sacrificio enorme.

Y la federación, Fernando…

Ha sido una entrevista súper grata y positiva esta como para referirme a temas negativos… Que cada persona haga su propio juicio.

Eres el único compatriota que ha ganado el ATP de Viña del Mar. Te coronaste en cuatro ediciones, jugaste una notable final con Gustavo Kuerten y en Las Salinas alzaste tu último trofeo.

El primero lo gané a (Nicolás) Lapentti el 2002. En Viña jugué el mejor tenis de mi vida acá en Chile, sentí un inmenso respaldo, a todo el público viñamarino apoyándome incondicionalmente. Es algo a favor, a muchos les juega en contra la motivación que da la gente en tu propio país. Para algunos se transforma en presión, pa mí era un estímulo, algo a favor te decía. Es lindo jugar en Viña y en Chile, una de las mejores sensaciones que se pueden tener…

La final con Kuerten fue muy disputada y estrecha, en un ambiente cautivante. Le gané en dos sets, no le saqué más de cinco juegos de ventaja. Y el 2009 pude vencer a (José) Acasuso, en Viña obtuve el último título de mi trayectoria… Viña es especial, muy linda para vivir. Es una ciudad grande pero a la vez tranquila. Tiene mar, un aire espectacular, su gente es más amable y respetuosa. Se come rico (risas). Y la alcaldesa Virginia Reginato me cae muy bien, ha hecho algo súper importante en diez años: ha apoyado mucho al deporte.

A diez años de Atenas, donde el medallero nacional brilló como nunca, revivimos con el entrevistado la MAYOR HAZAÑA de nuestro deporte. Y Beijing, juegos en los que escaló a la categoría de singular señor de tres preseas. Australia, el major de las exhibiciones que derribaron exclusivamente a gigantes. Y Viña del Mar, ciudad que lo distinguió con cuatro torneos.

Acá está una historia contada con la sobriedad del propio protagonista, por un atleta que no claudicó para darnos el oro, la plata y el bronce. Una historia grande contada por uno de los dos tenistas chilenos más geniales. Por Fernando González, la historia misma.

Por Mario Ramirez Escudero