El mayor símbolo albo, voz influyente y osada, habla de todo con la Ciudad del Deporte: de su derrotero por la Roja y el Cacique, de la Selección de hoy, de Historia, de Cruyff… Lea las impresiones de un ídolo y de un emblema del gol.
Donde lee y conversa con amigos religiosamente todos los mediodías del año, en un café de Providencia, la Casa del Deporte sostuvo un profundo encuentro con el máximo ídolo de Colo Colo, su mayor figura histórica asimismo. “Estando en Madrid el año pasado supe de la votación realizada por Internet, no entre cuatro paredes. Cuando me avisaron que fui elegido el mejor de los noventa años, casi se me salió el corazón. Porque fue una encuesta desde Arica a Punta Arenas y porque hay muchos grandes en la larga historia alba: David Arellano, ‘Chamaco’ Valdés, Enrique ‘Cuá Cuá’ Hormazábal, Mario Galindo… Entonces, el orgullo fue gigantesco”, confiesa Carlos Humberto Caszely, el “Gerente”, cuyo segundo apellido es Garrido, “el de Olga, mi madre”.
¿Por dónde continuamos el diálogo? Por Johan Cruyff, el “Pelé blanco”, supercrack fallecido recientemente y por quien Caszely ha sido ampliamente requerido, pues con él convivió en España. “Qué lástima lo del ‘Flaco’, con quien coincidí en mi época del Español cuando él era figuraza del Barcelona. Integramos una selección catalana, incluso, en 1976. Era un buen hombre, serio, compuesto y muy simpático con su reducido grupo, pero distante con gente desconocida. Fue uno de los pocos a quien vi fumar en el entretiempo, fumaba Chesterfield, más de un paquete diario. A los dos años de dejar el tabaco, le detectaron cáncer, el que se lo llevó temprano”.
¿Está entre los tres o cuatro mejores de la historia?
Para mí, entre los cuatro. Tuve la suerte de jugar con los cuatro mejores, como compañero o en contra: Pelé, Maradona, Cruyff y Elías Figueroa. Y estoy dejando fuera a Franz Beckenbauer, a Eusebio, a Bobby Charlton… Tuve el gusto también de jugar el primer partido de Maradona en Chile, el 80, cuando vino por Argentinos Juniors. Con dos tantos míos, Colo Colo ganó 3-2. Uno fue un golazo, después de resistir una patada increíble del arquero. La historia no miente, está ahí, nadie la puede borrar.
Nadie. Tampoco las escritas en la Copa Viña del Mar de los ochenta, donde, con la señera “9” popular, brindó un festival de conquistas. “Ganamos las copas del 80 y 81. En la primera, venciendo a Platense y a Huracán, y en la del 81, goleando 5-2 a Everton. Eran lindos esos torneos nocturnos en Sausalito, donde jugaban los mejores clubes nacionales, y equipos argentinos, brasileños… Recuerdo uno cuando vino por Inter de Porto Alegre un negro extraordinario, el “Negro Vasco” (Severino Vasconcelos), quien impresionó a nuestro entrenador. Don Pedro Morales lo fue a buscar el 79 y llegó a triunfar en su máximo esplendor. Debutamos en un 7-2 a Wanderers, con cinco míos y un tiro libre de él. ¿Y Viña ciudad? Es maravillosa. Veraneo harto allá con mi familia y amigos, en el Sector 4 de Reñaca. En el café hablamos tardes enteras de fútbol, y en su casino, el más tradicional de Chile, jugamos un poco, comemos y lo pasamos el descueve”, comenta el seleccionado chileno entre 1969 y 1985, año del adiós frente a Brasil con su marca registrada: eludiendo al portero.
“Debuté con 18 años, en mayo del 69 –aclara el ‘Chino’-, contra Argentina en el Estadio Nacional. Entré por ‘Tito’ Fouillioux y me tocó un marcador grandote, pero no tuve problemas porque siempre fui bastante agrandado. Siempre quise ganar, desde el primer al último partido llevé el barrio al estadio. Y mi estreno oficial, también ante Argentina en el Nacional, fue el 72 por la Copa Carlos Dittborn. Perdimos 4-3, con dos goles de Chamaco y uno mío, el primero en la Selección”.
Y los últimos los marcó en 1985.
Después del fatídico penal del 82, no jugué más en la Selección sino hasta la eliminatoria de México 86, cuando don Pedro Morales me convocó. Reaparecí con dos goles sobre Ecuador en la victoria por 6-2. Esos fueron los últimos oficiales… Te hablo de mis dos mayores desgracias: no jugué la eliminatoria de Argentina 78 ni la primera parte de la del 86 por orden del gobierno (…) Y el 21 de mayo del 85 me despedí ganando 2-1 a Brasil con un gran tanto, tras eludir al arquero.
En 1973 dio origen a un grito nunca antes escuchado en Chile.
Ochenta mil personas gritaron, ¡cuando iban 80 mil a los estadios!, “Se pasó, se pasó…”, después de anotarle a Unión Española en la Libertadores del 73. Ese fue el mejor gol de mi carrera, porque tomé el balón en el semicírculo de mi área para llegar al área chica rival y convertir luego de eludir hasta a los pacos. Pocos días más tarde, volvió a escucharse el mismo grito contra Emelec. Fue increíble porque esos goles se transformaron en un clamor multitudinario.
El 6 de abril se conmemora un triunfo inédito. ¿Qué recuerda de aquella hazaña en el Maracaná, inscrita el mismo 73?
Fue la primera vez que un equipo chileno ganó en Brasil, un triunfo bastante emotivo e histórico por la Libertadores sobre un gran Botafogo. Un equipazo que tenía algunos campeones de México 70, Brito y Jairzinho, y al técnico Mario Zagallo, también campeón mundial. Y a Dirceu, al “Lobo” Fisher, a Francisco Marinho, en aquel momento uno de los mejores laterales del mundo. Pero igual lo volví loco. Antes de mi gol y de un penal que me cometieron, convertido por Chamaco, le anularon además un golazo al propio Chamaco. Hasta hoy nadie sabe por qué.
“VITAL SERÁ EL RETORNO DE MARCELO DÍAZ, EL MEJOR JUGADOR DE CHILE”
El periodista, profesor de educación física y administrador de empresas dice a la Casa del Deporte antes de referirse al nuevo ciclo de la Roja: “Soy entrenador también, y un tipo que siempre está aprendiendo, leyendo. Cuando muy joven alguien me dijo que el saber no ocupa espacio”. Y sobre su apellido, el de su padre René, explica: “Aún no sabemos si es húngaro, polaco o del sur de Italia. No tenemos certeza, pero un alto porcentaje dice que es húngaro por la S y Z, y por la Y final”.
¿Su impresión de Arturo Salah, qué espera de él?
Nada, seguirá todo igual, sin ningún cambio radical. Ya se ha visto. Primero, habló de respetar todos los contratos, pero Sampaoli y Beccacece se fueron. Después, acordó con Carlos Soto (presidente del SIFUP) no jugar más un partido antes de las cinco de la tarde por respeto a los protagonistas, sin embargo, el clásico se disputó al mediodía. Que va a ordenar algo, quizás, pero no habrá cambios profundos en nuestro fútbol.
¿Y de la llegada de Juan Antonio Pizzi? ¿Le gustó el debut ante Argentina?
Llegó a tomar un fierro caliente, entonces merece tiempo. Y no me gustó el debut, mal Chile. Pizzi se equivocó en la formación, no sé por qué puso a Orellana y a Beausejour a tirar centros si no tenía un delantero de área para recibirlos. Uno sentado cómodamente en la terraza de su departamento empieza a hacerse preguntas, y ésa es una de mis incógnitas. Por qué no jugársela con un centrodelantero neto.
¿Contra Venezuela sí acertó? Reapareció Vidal…
A Venezuela siempre se le ha ganado, e insisto, siempre los equipos deben tener un delantero de área, goleador. Una vez más he tenido la razón. Siempre digo, ‘no sé más de fútbol que el resto, pero me equivoco menos que el resto’. Un referente de área es muy valioso y Pinilla lo demostró, estando ahí para rematar las jugadas de los compañeros. Y Vidal fue importantísimo también, desde los cuarenta minutos, cuando Chile empezó a dominar el partido. Entonces, el técnico se dio cuenta de su error frente a Argentina, dándonos toda la razón a quienes reclamamos por un atacante central.
¿Pinilla es el “9” entonces, al lado de Sánchez y Vargas?
Ángelo Henríquez y Nicolás Castillo también están capacitados, y cuando vuelva Vargas, quien no es puntero sino que usa más la diagonal, se puede juntar con Sánchez. Algo muy importante: cuando Alexis se dé cuenta de que debe jugar para el equipo y no para él, la Selección debería mejorar mucho. Y tiene que volver a la punta derecha, porque por ese lado hace más daño junto a Isla, no jugando en el medio donde quiere ser el Messi chileno.
¿El ariete central sí o sí en definitiva, Carlos?
¡Siempre! Los voy a defender a muerte. Me dicen, ‘claro, porque tú eras 9’. Es cosa de recordar una vez cuando Sampaoli estaba muy complicado, frente a Uruguay, llamó a Esteban Paredes, que marcó de una pelota que quedó en el área. Y ya está, a cobrar. Un gallo con olfato para meterla permanentemente será decisivo.
¿Qué otros cambios se deben realizar para fortalecerse?
Recuperar las duplas que normalmente se habían hecho. Repito, Sánchez con Isla por el sector derecho. Ése es el lugar de Alexis, como puntero. Por el otro, hacer la de Beausejour con… no sé, no veo un lateral izquierdo indiscutible. Más arriba, tener un creativo como el “Mati” Fernández con Pinilla, o Valdivia con Pinilla, y fundamental será el retorno del mejor jugador de la Selección, Marcelo Díaz. Marcelo es el motor, es quien pone la pausa, el pelotazo, el que quita, se mete entre los centrales, juega de líbero delante de la línea de cuatro y también detrás de ella. Para mí, es un hombre muy importante para Chile.
¿Va a ir al Mundial de 2018 a ver a la Roja?
No sé. Diré si clasifica o no después de la Copa Centenario, cuando Pizzi tenga un tiempo más extenso junto a sus jugadores, un tiempo en el cual ya pueda implantar los matices que él pretende. En poco tiempo no puede cambiar o acercarse a lo ejecutado por Bielsa y continuado por Sampaoli.
LA ROJA, UNA HISTORIA CENTENARIA
Una vez terminada la Copa América 2015, el laureado periodista Edgardo Marín dio en exclusiva a la Casa del Deporte –basándose en logros por sobre calidad- su oncena ideal de todos los tiempos: Bravo, Luis Eyzaguirre, Medel, Figueroa, Eugenio Mena (éste casi igualado con Antonio Arias). Aránguiz, Jorge Toro, Vidal, Valdivia. Y en ataque, Sánchez y Salas. Como técnicos, ubicó en el mismo sitial a Fernando Riera y a Marcelo Bielsa.
¿Concuerda o discrepa?
Discrepo, totalmente. Él es un periodista de escritorio, de fútbol sabe muy poco. Para mí, Roberto Rojas aún está un peldaño sobre Bravo. Eyzaguirre sí, fue el primer lateral volante en Chile, pero también está Mario Galindo. Nadie puede dejar fuera a Elías y a Raúl Sánchez, un exquisito. Y no estoy nombrando al “Flaco” Quintano, quien con Figueroa formó una dupla admirada en el mundo. El “Chino” Arias era un perro en la marca y salía jugando muy bien. En el medio, imposible no tener a Chamaco, el mejor que vi en el mundo pegarle con los dos pies, ni a Marcelo Díaz, motor de la Selección actual. Más arriba, ubico a Valdivia y en delantera, a Pedro Araya y Marcelo Salas. También estoy dejando fuera a Leonel Sánchez, un hombre muy importante en la historia (…) Son opiniones respetables, cada uno tiene la suya, aunque esta es muy discutible. Es que es fácil quedar bien con la gente nueva.
¿Y usted integra esa formación ideal?
Sí, porque estamos hablando de una selección de la historia y ésta dice que Carlos Caszely hizo 42 goles por su país, además de ser el máximo goleador de Colo Colo. Perdona la autorreferencia en un país donde uno de los grandes problemas es la mediocridad, pero yo no soy mediocre. Y el mejor entrenador es Luis Álamos, creador de los dos mejores equipos chilenos, el “Ballet azul” y el Colo Colo 73. El “Zorro” ayudó mucho para que Chile lograse el tercer lugar el 62, porque la base de aquella selección era su ballet.
¿La Copa América lograda el año pasado es superior al tercer puesto del 62?
Sí, fuimos campeones de América con la mejor generación de todos los tiempos, lejos. Pero como generación, como conjunto, no por individualidades.
¿Quiénes están en el podio de nuestro fútbol?
Elías Figueroa, yo y Salas. Ahí también hay conceptos diferentes, unos de escritorio y otros de quien estuvo dentro de la historia, dentro de la cancha.
¿Y cuál es el once histórico del Cacique?
Ahí cuesta más elegir entre tantos jugadores y noventa años de vida. Tenemos a Cuá Cuá Hormazábal, a Manuel “Colo Colo” Muñoz, a Chamaco, a Roberto Rojas, a Mario Osbén, otro arquerazo. A Galindo, a Lizardo Garrido, a Jorge Toro, un espectáculo… No, es mucho más difícil que la Selección, son demasiadas figuras y palabras mayores.
Palabra de dribbling, genialidad y de inspiración prodigiosas, amén de una personalidad y guapeza diferentes. Palabra de finta, y de una velocidad mental e inteligencia para saber jugar sin balón además. De una llama aún vigente a los 65 años. De una firma que burlaba arqueros generando el delirio de 80 mil gargantas. Palabra de gol.