JORGE «CHICHO» GARCÍA: «La gestión deportivo municipal ha sido estupenda y Viña del Mar se ha convertido en la Ciudad del Deporte nacional e internacional»

Quién mejor que un viñamarino nato y neto, nacido en el Hospital Dr. Gustavo Fricke Fritz, para entregar con total propiedad su parecer y acabado conocimiento del deporte de la Ciudad Bella. Viñamarino que, gracias al talento que Dios le dio, pudo engalanar canchas de fútbol nacionales y sudamericanas. Selecto, terso y «chic» generador de juego ofensivo, Jorge Patricio García Ahumada, nació en Viña el 10 de febrero de 1961, cuando su madre María Eugenia convirtió en padre a Galvarino, a «don Nino», por quinta vez (nueve hijos tuvo el matrimonio García Ahumada). Y en la Población Vergara, en el pasaje Unión, y en el Club San Antonio de la viñamarina Asociación Santa Inés, comenzó a crecer el crack que luego sería «cerebro» en S. Wanderers, Everton, Cobreloa y en la Selección Nacional. En una amena, abierta y muy dinámica conversación sostenida en 5 Oriente con 5 Norte – y con un par de cafés de testigo -, el «Chicho» nos recuerda que, en un caso muy poco común, saltó con 15 años del balompié aficionado al profesional, omitiendo las inferiores (giro que a él no le agrada para nada). Así fue: en 1976, del San Antonio pasó a entrenar con el estelar Everton de ese año que después de más de cuatro lustros – 24 años – conquistó para Viña el título nacional. Sin embargo, el impresionantemente sencillo «Chicho» no debutó en su querido Everton («todos somos evertonianos en mi familia», reconoce Jorge), sino que en su clásico rival, Stgo. Wanderers. – ¿Por qué, Jorge, tuvo su bautismo en los porteños? – Porque el ’76, yo con 15 años y en un equipo lleno de figuras que fue campeón, opté por ir a Wanderers. Debuté en enero del ’77 contra Colo Colo, de «8», marcando al (Héctor) «Negro» Pinto. El técnico wanderino era el «Gallego» José Pérez. – ¿Cuándo pasó a Everton? – El ’81, me trajo el dirigente Antonio Bloise Cotroneo…fue el pase más caro del fútbol chileno esa temporada y ese mismo año, Luis Santibáñez me convocó a la selección…participé en el proceso eliminatorio y preparatorio para el Mundial de España ’82. – ¿Fue al Mundial? – No, lamentablemente. Sufrí una severa lesión que me tuvo más de un año sin jugar. Estaba listo, considerado por (Luis) Santibáñez para el Mundial, pero la lesión no me permitió llegar en las mejores condiciones, y Santibáñez llevó a (Miguel) Neira, (Carlos) Rivas y (Manuel) Rojas. – Se nos iba una pregunta, Jorge. ¿Tuvo ídolos? – Sí, como todo niño. Me gustaban mucho «Chamaco» Valdés y Manuel Rojas, el zurdo de Palestino. Y Maradona, de todas maneras. – Para usted que hoy es entrenador, ¿quién fue su mejor técnico? – Fernando Riera por su claridad y simpleza para ver el fútbol. Era muy acogedor y paternal además. Con él, Everton fue campeón de la Copa Polla Gol ’84. Y (Vicente) Cantatore, muy parecido a Riera. Don Vicente me nominó para el único partido que él dirigió a la selección, el ’84, frente a México. Ganamos 1 – 0. Bueno, él es un viñamarino más: desde el ’95 vive acá, en Recreo. – ¿Cuáles fueron sus principales logros, Jorge? – Aparte del título con Everton el ’84, los dos oficiales que gané con Cobreloa, el ’85 y ’88. Fui compañero de grandes figuras…el ’88 de (Marcelo) Trobbiani, por ejemplo, campeón mundial argentino en México ’86. Jugué varias Copas Libertadores… – El sueño de muchos futbolistas, Jorge, es ser entrenador, formar niños, proyectarlos… ¿Cómo llegó a serlo, tuvo a algún motivador? – Sí, don Pedro Morales y Hernán Gárate, destacados técnicos e instructores, advirtieron en mí condiciones naturales. El año ’93 me instaron a hacer los cursos para aprovechar mis aptitudes. El ’97 me recibí. – Antes de debutar en primera división como estratego, estuvo en las inferiores de Everton. ¿A quiénes ayudó a formar, qué jugadores han llegado a la categoría mayor? – Debo decir primero que la palabra inferiores no me gusta, prefiero fútbol joven o cadetes, porque inferior significa algo menor… y yo he visto jugadores cadetes superiores a adultos. En cuanto a la pregunta, tuve a (Francisco) «Paco» Sánchez, Fernando Saavedra, Rodolfo Moya, (Marco) Estrada, (Daniel) el «Chucky» González, Marco Velásquez, Roberto Reyes…varios de ellos fueron campeones con Everton el año pasado. – Y el 2000 se sentó por primera vez en la banca del primer equipo en forma interina. E hizo una buena campaña. ¿Por qué entonces no continuó dirigiendo a «su» club? – No sé, aún no sé las razones de mi salida. Hicimos una buena labor… estuve más en las malas que en las otras. Quedé contento, dejamos al equipo en primera en 2006, cuando también lo conduje. Posteriormente, el «Chicho» volvió a ¡cadetes!, estando en ellas hasta 2008. Este año, durante cuatro meses, fue jefe técnico del fútbol joven de San Luis de Quillota, y en abril arribó a la Casa del Deporte a educar a los niños que mañana serán astros. Un honor para éstos, porque los está guiando un ex futbolista de selección, prolijo, refinado, perteneciente a esa casta de escogidos en extinción compuesta por los «Cuá Cuá» Hormazábal, «Chamaco» Valdés, Carlos Rivas, Víctor Merello, «Koke» Contreras… – Continuemos, Jorge. ¿Cómo llegó a la Casa del Deporte? – Tengo colegas que trabajan en ella y que saben cómo trabajo… seguramente, no lo sé muy bien sinceramente, ellos hablaron con don Javier Aravena, su director, quien me llamó y me ofreció integrarme al cuerpo técnico de sus escuelas de fútbol, labor que me llena de gusto. Quiero aportar a la comunidad de mi ciudad, además, felizmente, tengo amigos y llegada con todos los sectores, cerros y clubes deportivos de Viña del Mar. – ¿Qué rol cumple usted en las escuelas de fútbol? – Proyectar a un grupo de niños dentro de un programa confeccionado por su institución. – ¿Qué objetivos y metas tiene? – Incentivar y motivar a los niños de Viña a integrar las escuelas. Organizaremos campeonatos interescolares y debemos conformar un grupo de proyección con niños de entre 10 y 14 años. Haremos partidos nacionales e internacionales, y estaremos jugando en Sausalito antes de los partidos de Everton, de preliminar. – ¿Qué sabía de nuestro ente municipal? – Tenía muy buenas referencias, ya que hay profesores capacitados para formar y también recrear. Se nota la organización y seriedad de sus autoridades, lideradas por don Javier Aravena. Sé también que en los más diversos sectores se han detectado niños con grandes aptitudes, a los que hay que desarrollar mediante un método de trabajo más avanzado y específico. – ¿En qué consiste ese método? – En tener la ventaja de trabajar con más tiempo y volúmen, para hacer uno más personalizado, para repetir e insistir con tácticas, jugadas estudiadas, estrategias… Hay mucho potencial. – ¿Algo más, Jorge, antes de concluir? La gestión deportiva de la autoridad municipal de su ciudad natural, ¿cómo la evalúa? – Estupenda. La Casa del Deporte se ha convertido en un ente muy importante para los niños y jóvenes de Viña, por el constante apoyo que le brinda a esta empresa de proyección y educación. Valoro estas iniciativas…a nivel nacional, Viña ya es la Ciudad del Deporte e incluso a nivel internacional. Felicito a la señora alcaldesa y al director Javier Aravena, un súper señor como dices tú. Es muy bueno que él dé facilidades para sugerir, planificar, crear… está siempre encima de todos los programas. Palabras de un hombre que sabe de fútbol, de cómo formar y proyectar valores a la alta competencia. Palabras de un viñamarino congénito que reside a pocos metros de la Casa del Deporte, y que es padre de cinco hijos e, increíblemente, abuelo de cinco nietos. Increíble, porque si usted ve al «Chicho», amigo de estas páginas, no podría imaginar que Jorge, con su intacta figura y rostro y sonrisa de veinteañero (las mismas de cuando «jugaba con frac» en Valparaíso, Viña o en Calama) sea «abuelo» de cinco descendientes viñamarinos. Fueron palabras, en definitiva, de un talento que se retiró temprano, a los 29 años en Cobreloa, época en la que aún no actuaba cualquiera por los «cupríferos», en honor a una incuestionable verdad. Ha llegado a la Casa del Deporte hace pocos meses, un hombre que habla con afecto, respeto, decencia y profesionalismo a los niños de su tierra natal. Como un Pellegrini, Cantatore, Valdano, Carvallo, Menotti…como un «Tata» Riera.